domingo, 29 de junio de 2008

Divagaciones sobre ti...


He terminado de tocar el violín. Mientras escucho tu CD de Wagner, pienso en nosotros. Son las 20'33. Aún falta más de una hora para que anochezca, pero no importa. Aún así miro por la ventana, esperando que llegue el atardecer. Sé que acabo de perder un tren; un tren que me llevaría hasta ti. Necesitaría haber ido en él. Necesitaría estar ya en Alcalá. Necesitaría...
...
O quizá sólo te necesite a ti.

Cuando estamos separados, me gusta pensar en que caminamos bajo el mismo cielo. Eso me hace sentir que, allá donde voy, nunca estás lejos. Que contemplamos la misma luna. Que respiramos el mismo aire. Aunque, claro, siempre prefiero que te halles al alcance de mi mano.

Sigo divagando en mi ventana, y recuerdo la noche pasada.

Recuerdo que se me saltaron las lágrimas. Pero supongo que no importa. Alguien escribió una vez: "Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?... Será que soy feliz...". Quien no se emociona, no vive. Vivir es sentir. Es llorar y reir. Es saber que tu corazón no se ha parado todavía, que es exactamente lo que siento cuando estoy a tu lado, y es exactamente lo que hace nacer esa sonrisa en mi rostro... Hoy me siento viva.

Recuerdo también tus ojos brillando bajo el resplandor aclarado del cielo nocturno que comenzaba a anunciar el alba, justo antes de dormir. La mirada más hermosa que ojos humanos hallan visto. Realmente preciosos, lo decían todo sin hablar. No olvidaré ese instante, en que las mejores palabras se dejaron entrever bajo tu mirada.
Después dormimos. Te escucho respirar unos momentos antes de rendirme al sueño. Justo en ese momento, me pregunto... ¿Cuál de entre tus sueños soñarás por mí? Sonrío.
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Tras un rato de evasión, vuelvo al mundo real. Sigue sonando Wagner. Tocan las trompas. Vuelvo a sonreir. La puesta de sol se acerca. Y sigo pensando...

La vida me trajo una persona. La mejor persona del mundo. La creó en su interior para mí. Me la dio tal y como yo la quería. La deseaba. La vida me guiñó un ojo en forma de gigantesca sonrisa mientras susurraba: «Impaciente». Yo sonreí y le di las gracias. La vida me había traído un amigo. El mejor amigo del mundo. El de los buenos y malos momentos. Con el que siempre puedes contar. El que nunca se olvidará de llamarte. El que no hará planes sin ti. Eso me trajo la vida: un amigo. De los mejores. De los de toda la vida. De los que llegan para quedarse. De los de verdad.
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Lo mejor de los atardeceres es que nunca son iguales... Por eso no me canso de mirar por la ventana.




"-¿Te puedo decir una cosa?
-Sí. Dime...
-Te quiero un montón."


"Y es que no es sólo ésto... Es todo lo que hay detrás."


Te debo una entrada sobre anoche. Pero sin prisa... Hay demasiado que decirte, demasiado que contar, y por tanto demasiado que ordenar en la mente como para no tomárselo con calma.
Por el momento, disfruta, échame de menos (sin "h" pero con mucho cariño), deja que piense en ti... Y espera con impaciencia que llegue mañana. Tranquilo: será mutuo.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por esta entrada tan maravillosa y esa noche tan mágica que pasamos juntos, como muchos otros momentos. Caminemos juntos bajo el mismo cielo, bajo el mismo Sol y la misma Luna, unidos por nuestras almas por el sendero de la felicidad. Caminemos con la misma ilusión, con la mirada puesta en el mañana, aunque sin olvidarnos del ayer, construyendo nuestras vidas conforme nos dicte el amor.

Te quiero y te querré siempre, gracias por darme una parte de tu vida que guardaré en mi corazón celosamente. Mi vida a tu lado tiene sentido, no por cumplir mis sueños, sino por serlos.

Besitos de tu nene!!

Anónimo dijo...

rememoraré una frase de laura:

"que beautiful!!!!" :)

me alegro muxo x los 2 :)