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Le amaba porque sacaba lo mejor de ella misma.
Hacía unos cuantos años, ella siempre había amado sin miedo, sin vergüenza y sin ningún tipo de precaución. No se preocupaba por tener lo que se suele llamar "un as en la manga", ni le asustaba el daño que le pudieran hacer. Sólo le preocupaba vivir el amor plenamente, dejando que le llegara a lo más hondo de su alma.
Tuvo mala suerte: la primera, en la frente. Lo dio todo sin esperar nada a cambio... Y nada a cambio le fue dado.
Y lloró.
Cuando se hartó de llorar, se levantó, y se dijo que no consentiría que le volviera a pasar. Y para ello no se le ocurrió otra cosa que levantar un muro a su alrededor que la ayudara a mantener la cabeza fría, y a no despreocuparse nunca del todo. Siempre tenía ese as en la manga. Prefería tenerlo controlado todo, y si algo escapaba de ese control, se sentía insegura y frustrada hasta que volvía a dominar la situación. Es cierto, era una posición más fácil... Pero algo no terminaba de convencerla.
No era su posición natural.
Ella era una persona generosa y desinteresada; y le dolía tener ese caparazón para cubrirse... Pero le daba demasiado miedo que aquello volviera a ocurrir.
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Hasta que llegó él.
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Que la hacía reir hasta que se le saltaban las lágrimas.
Que lloraba de felicidad en su hombro, hasta que el llanto terminaba en una sonrisa o incluso una carcajada.
Que se lo daba todo, sin esperar nada.
Que la abrazaba, haciéndola sentirse protegida.
Que la adorababa tal cual era, con sus momentos alocados, con sus momentos tiernos, con sus momentos divertidos, con sus momentos inmaduros, y con sus momentos de total madurez.
Que no se sentía mal ante sus repentinos cambios de humor propios de las revoluciones hormonales que llegaban puntualmente cada mes.
Que siempre la acompañaba a todas partes.
Que no se cansaba de verla.
Que adoraba compartir conversaciones con ella tanto como compartir silencios.
Que confiaba en ella, y que le inspiraba confianza.
Que tenía detalles especiales.
Que le decía "te quiero" sin palabras.
Que le decía "te amo" entre susurros.
Que le hacía el amor con ternura.
Que la amaba, de todo corazón, desinteresadamente, y sin miedo al futuro.
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Y ella volvió a confiar.
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Supo que podía volver a ser esa niña inocente y generosa que un día desapareció tras un muro invisible de secreta desconfianza y frialdad.
Supo que podía volver a amar con los ojos cerrados.
Supo que podía volver a entregarlo todo, sin esperar nada a cambio.
Y supo que esta vez era amada de la misma forma.
Le amaba porque sacaba lo mejor de ella misma.
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1 comentario:
Buenas tardes! Al fin los malditos currantes de cierta compañía telefónica (sin hacer publicidad) han conseguido arreglar la conexión a Internet, pero bueno, no es ese el principal motivo de mi visita en esta entrada.
Quiero decirte una vez más que me alegro muchísimo de esta plena confianza que existe entre los dos, y que los dos nos queramos con tanta fuerza, y lo mejor es que este cariño y amor esté presidido en todo momento por la amistad.
Esta vez seré yo quien levante un muro a tu alrededor, un muro de rosas y paredes cálidas, un muro de abrazos, de caricias y momentos tiernos del que esperaré que no quieras salir en la vida. Te quiero, princesita!
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