lunes, 24 de diciembre de 2007

Cuando se repite lo irrepetible.

Al fin llegó. Cena en el Pájaro Griffo. Nada a destacar, excepto que las costillas estaban buenísima y la sangría también. Como véis, me quedo con lo bueno.

Después de cenar, y tras comprobar que en el As no nos iban a dar unos chupitos con los que empezar a calentar el cuerpo, empezamos la rueda de reconocimiento por los puffs de mayor importancia de la ciudad. La noche comenzó con unos chupitos, una breve pelea con el lugar en el que pensábamos dejar los abrigos (y en mi modestia no diré quién fue la que aportó la solución), y un círculo formado por la gente de la cena moviendo el esqueleto.

Un rato después (me vais a perdonar que no hable de tiempos exactos o aproximados, pero qué queréis que os diga, no me preocupaba el reloj), Laury y yo fuimos al baño. Y a la vuelta, misteriosamente, quedábamos cuatro gatos. Más concretamente, los cuatro gatos de siempre: Ibai, Edu, Laury y una servidora. ¿Que si lo pasamos bien? ¿Deciros que eran las 7.00 de la mañana y el 50% del grupo votaba por irse a por unos churros en vez de a la cama es suficiente respuesta?

Pues bien, ya sabéis lo que es una noche de juerga. Bailamos. Mucho. Lo que más. Bailamos por parejas. Bailamos por tríos. Bailamos los cuatro. Bailamos haciendo bocadillos. Mención especial a Edu, que baila de puta madre. ¿Aparte de bailar? Bebimos (un poco), charlamos (bastante), nos reímos (lo que no está escrito) y, en definitiva, pasamos una noche memorable. Supongo que estábamos muy a gusto los cuatro juntos, porque... ¿Cómo si no, con la rasca que hacía a las seis menos veinte que nos echaron del último bar, nos íbamos a quedar hasta las siete menos cuarto sentados charlando en un banco y, posteriormente, hasta las siete charlando de pie en el punto de despedida?

¿Otras cosas cojonudas que tuvo la noche? Que hacía tiempo que no charlaba con Laury. Que hacía mucho que no abrazaba a Ibai. Y que la colonia de Edu olía genial (bueeeno, sí, también la confianza que cogí con él, y que comprobé que me cae tan bien como creíiiiia... ¡¡Pero es que olía tan bien!!).


¿Y que a qué viene el título de la entrada? A que hace poco tuve una conversación sobre la cena del viernes en la que salió el tema de la noche de fin de curso de junio, y en la conversación salió la frase "Puff, difícil repetir aquella noche; porque fue irrepetible".

¿Irrepetible? Eso lo veremos en la próxima cena del conservatorio.

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