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Con el despertador estropeado y el móvil apagado, una chica que no usa reloj sólo puede decir que son las tantas de la madrugada. Lo suficientemente tarde como para que la Luna ya haya pasado de largo hace rato por su ventana.
Buenas noches a todos.
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Actualización:
Me vuelvo a despertar. No debe de haber pasado mucho rato desde que me dormí, aunque ya se sabe que en brazos de Morfeo el sentido del tiempo carece de sentido.
Son las seis y media de la madrugada (esta vez lo he mirado en el reloj que hay sobre mi escritorio). Pienso que ya nada puede ser peor, vuelvo a coger el cuaderno... Y me corto el dedo con una hoja. Maldito Murphy...
Releo todo lo que he escrito (lo que a la mañana será publicado, y lo que no). Sonrío: ha sido una noche bastante prolífica (hay que ver el lado positivo de las cosas). Me doy la vuelta y cierro los ojos. Tengo que aprovechar para dormir mientras pueda, pues en dos horas Wilbur empezará a cantarle al sol, y eso sí que será un descanso nulo.
Mi último pensamiento antes de caer rendida por el sueño es para él: en una hora se despertará para comenzar un nuevo día.
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