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Algunas noches de insomnio me da por escribir.
Lo hago a mano, en mi cuaderno, tumbada en la cama, y ya arropada. Es uno de esos pequeños y egoístas placeres que prefiero disfrutar en solitario, y en el que odio que me interrumpan.
En realidad no sé por qué empleo las noches de insomnio para escribir, si lo único que consigo es quitarme aún más horas de suelo. Tal vez sea por la necesidad de vaciar la mente, o por la urgencia de contar algo ocurrido en el día...
O simplemente quiero sentirme acompañada y escuchada. Siempre me ha atraído la soledad, casi tanto como la he temido (paradojas de la vida); y la escritura me ha ayudado a disfrutarla a la par que a escapar de ella.
Creo que estoy empezando a divagar y a dispersarme. Ya ni siquiera sé qué es lo que quería contar.
-FIN DE LA ENTRADA-
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