martes, 2 de diciembre de 2008

Historias que vienen y van...

Ni siquiera le conoce, pero para ella representa ese deseo de superarse como escritora día a día, de ir mejorando poco a poco, de aprender, a partir de un ejemplo previo.
Además, le gusta su manera de hablar del mundo, y de reflexionar sobre él. Le gusta su forma de apreciar las pequeñas cosas, como un viaje en solitario perdido entre la gente del vagón.

Precisamente fue en el tren donde creyó verle. Recogió a toda prisa los libros y mochila de la universidad, y se colocó tras un hombre en la puerta justo antes de que el maquinista se detuviera. Entonces, un rostro esperando en el andén le resultó familiar; pero al intentar fijarse más, la cabeza de una joven se interpuso en su campo de visión. No obstante, ella estaba casi segura de saber de quién era aquella cara con la que jamás se había cruzado. Así pues, esperó con paciencia a que las puertas se abrieran y la chica bajara del tren.
Entonces, con toda la calma del mundo, como si tratara de guardar en secreto esas veces que le había leído mientras le imaginaba mirar a través del cristal el paisaje en movimiento, bajó los dos escalones a la par que le observaba.
-Sí, es él- se dijo a sí misma.
-Sí, te he reconocido- le dijo sin hablar.

Entonces, cuando ya hubo bajado, se volvió tranquila a mirar de nuevo; y observó cómo él también se había girado al subir el pequeño tramo de escaleras. Dos ideas diferentes asaltaron su mente entonces:
"Sí, es él... Ya le conozco. Y es probable que él también a mí."
"Ya sé algo de él. Le gusta viajar arriba en los trenes de dos pisos."

Miró el reloj de la estación. Marcaba las dos menos cuatro minutos de la tarde. Sonrió para sí misma, feliz de sus dos nuevos descubrimientos, insignificantes y carentes de importancia para cualquier otra persona en el mundo, excepto para ella. Se volvió una vez más, ahora a mirar un punto indefinido de las ventanas del piso de arriba, puesto que no se veía nada al otro lado del cristal. Simplemente, confió en su suerte a la hora de que él la viera, pues quería regalarle una sonrisa a aquel que tantas le había sacado a ella.

Después, siguió su camino.
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