domingo, 25 de enero de 2009

Aprendiendo...

Me gusta meterme en la cama sabiendo que he aprendido algo a lo largo del día. De hecho, alguien dijo una vez que no habría día que te acostaras sin saber dos o tres cosas más.

Hoy he aprendido por qué me gusta escribir.
Ya sé por qué escribo.

Escribo para detener el tiempo.
Escribo para poder revivir eternamente tus caricias en mi espalda.
Para que todos sepan que hoy una sonrisa cruzó mi rostro.
Escribo para que jamás olvides ese error.
Escribo para que esos segundos en que tu sonrisa iluminó la plaza Cervantes duren por siempre.
Escribo para detener las agujas de los relojes sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo.

También he aprendido acerca de la belleza del hombre. Y con ello, la belleza de la mujer, pues ha sido uno de ellos quien me ha enseñado a ver mi propia belleza:

Me ha enseñado que soy bella cuando beso despacio. Cuando le albergo en mis ojos, le acurruco en ellos y le abraza en la noche para esperar el amanecer junto a mí.
Soy bella al retener las lágrimas y defender mi dignidad, o al dejarlas rodar por mis mejillas mientras me aferro a él como un niño en busca de consuelo.
Soy bella cuando le observo y ladeo la mirada, como si esquivase su boca, mientras la busco con mis labios. Cuando me visto de simpatía y se pongo un escote con sonrisa en la cara; o voy tejiendo mis piernas en nylon mientras le hablo de lo abstracto, porque me distraigo con lo concreto.
Soy bella cuando aparento ser fuerte e inflexible ante las dificultades de la vida, y cuando le miro con ojos asustados mientras le susurro si estará siempre a mi lado.
Soy bella porque fui su primer verso de amor y su primera carta, la destinatario de sus flores. De cada dos latidos de su corazón, sé que uno de ellos es por vivir, y que el otro es para mí.

Pero el aprendizaje no acaba aquí.
He aprendido a conocerme mejor.
Y he aprendido que es por todo lo anterior, que siempre huí y siempre escaparé del hombre que sólo me ame por mi silueta, y no me quiera por los sueños que se mueven en mi interior.

Hoy he vuelto a aprender a sonreir, al recordar tus besos en mi espalda...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez más se ha extendido la noche sobre nosotros, sobre nuestros alrededores, sobre nuestra historia. Pero en esta velada la Luna no ha podido salir, y no es por lo que dice la gente, debido al novilunio... Te confiaré la verdad, te contaré un secreto:

Anoche, mi amiga la Luna me contó desde el cielo que vio a una chiquilla, por entre las rejillas de su persiana, llorar de tristeza aferrada a su almohada. -¿Por qué llora tu niña?- Yo sabía desde antes de que me lo dijera, que ella no se encontraba muy bien, sabía que necesitaba sentirme cerca, yo no paraba de buscar algo con lo que me pudiera sentir a su lado. No sabía qué contestar. Entonces me giré hacia el pequeño cuerpo celeste suspendido en el aire. -Ella, siempre que ha mirado hacia arriba en la noche se ha visto entusiasmada al contemplar el cielo desnudo-. Así que me puse a buscar como loco una escalera, una grande, muy grande, y tras un largo rato de búsqueda la encontré, la puse en pié y me pasé gran parte de la noche subiendo por ella hasta que aquel astro estuvo al alcance de mi mano. Cogí con mucho cuidado aquella bola, y la metí en una cajita de cristal... Bajé corriendo la ecalera y fui directo a su casa, entré por su ventana y la vi tendida boca abajo. Había caído rendida de cansancio entre tantas lamentaciones. Extendí la urna a los pies de su cama y, con sumo cuidado para no despertarla, me acerqué hacia ella, me incliné, le di un beso en sus ardientes labios, y unas palabras cayeron desde mi boca: "te amo, mi vida". Poniéndome luego en pie, la miré de nuevo y salí rápidamente por donde había entrado, sin dejar más rastro que el dulce brillo de aquella esfera tintineando en su habitación.

Cuando mires hacia arriba en la más oscura noche y sientas que algo falta en el cielo, mira a los pies de tu cama y encontrarás lo que buscas. Que no se te olvide que de cada dos latidos de mi corazón, uno es para tí y el otro para vivir a tu lado... Un besito, preciosa! Te amo!