viernes, 28 de noviembre de 2008

Red social.

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La vecina del número 21 busca a su gato blanco, que se ha escapado.
El gato maúlla enroscándose entre las piernas del hijo de la vecina del número 10, que vuelve del instituto.
El hijo de la vecina del número 10 acaba de despedirse de sus colegas, que ayer (como cada día) cruzaron la calle en la que está plantado el árbol más grande del barrio.
El árbol más grande del barrio tiene una tela de araña en una de sus ramas.
La tela la tejió esta primavera pasada una araña tras sobrevivir al invierno.
Bajo esa tela, pasó también ayer un coche, a la par que el otoño provocaba la caída de las hojas de algunos árboles.
Una de las hojas golpeó la tela, y la araña cayó sobre el coche.
El copiloto del coche abrió la ventanilla, y la araña entró en él.
El copiloto no se percató de esto, y el conductor continuó su trayecto hacia otra ciudad.
Cuando el conductor aparcó, ambos pasajeros bajaron del coche mientras el canario de una terraza les miraba con curiosidad.
Un gorrión picoteaba en la terraza la comida que había tirado el canario fuera de su jaula.
Un perro miraba a una joven, mientras olfateaba en el aire el rastro del gorrión.
La joven observa celosa a un chico, que saluda a su novia con un beso.
La novia le devuelve el beso, regalándole además un abrazo.

Nadie sabe lo que ese abrazo esconde. Qué historia. Qué tipo de amor. Qué miedos o inseguridades.
Nadie sabe si ella conoce a la joven que observa a su novio.
Nadie sabe si conoce a la vecina del número 21 de esa otra ciudad; la que perdió al gato.
Nadie sabe qué se le pasa por la cabeza durante los seis segundos y medio que dura el abrazo.
Nadie sabe si el beso le ha sabido a poco, si le parece suficiente, o si es algo que ni siquiera se plantea. No digáis que ninguna persona se para a pensar en algo tan tonto; porque si ella lo ha pensado, eso es algo que nadie sabe.

Tal vez ni siquiera su novio sabe de sus miedos, sus males, sus temores... Tal vez ni siquiera ella misma es consciente.
Tal vez nadie sabe que quizá no sea ella la que está asustada, sino él.

O tal vez la chica que les observa, impotente.
O tal vez el perro que mira a la chica, y que no sabe bien de dónde sale el rastro que ha captado.
O tal vez el gorrión, que hoy tiene comida y mañana quizás no.
O tal vez el canario, que teme no volver a ser libre jamás.
O tal vez los pasajeros del coche que el canario observaba, porque no lleguen a tiempo.
O tal vez la araña, que en pleno otoño ha perdido su casa.
O tal vez el árbol, que se va quedando sin hojas, desnudo ante el frío que se avecina.
O tal vez los chavales que pasaron junto al árbol, y que están a punto de empezar la temporada de exámenes del primer trimestre del curso.
O tal vez el hijo de la vecina del número 10, que no sabe cómo conquistar a esa muchacha.
O tal vez el gato de la vecina del número 21, que se ha perdido en la calle.
O tal vez la vecina del 21, que no encuentra a su gato.

Nadie sabe que la novia está asustada. Nadie sabe que no lo está.

Pero lo que más le asusta a todos, es que ni siquiera ella lo sabe. Y eso, le puede pasar a cualquiera.
Incluso a ellos.

Incluso a ti.
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(Aclaración: Es sólo una pirada de pinza. Una de tantas... No es algo que vaya para nadie en concreto. Es más... Es algo que va para todos. A ver si nos ayuda a reflexionar.)
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