Una historia convertida en cuento.

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Al abrir el buzón se sorprendió al encontrar una carta escrita a mano. Pero su asombro fue aún mayor al reconocer la letra que le indicaba al cartero la dirección en que debía entregar el sobre.

Si su memoria no fallaba, la última vez que se vieron había sido en Francia, cuando ya creían que no volverían a encontrarse. A ambos les había parecido realmente curioso, pues había sido también en Francia donde se habían conocido, en un viaje de intercambio con el instituto. Entonces se habían hecho grandes amigos, y siempre se habían jurado amistad eterna, ocurriera lo que ocurriera, y estuvieran a la distancia que fuese.
Entonces recordó lo que se habían dicho justo antes de partir, aquella última vez que estuvieron paseando juntos: "Si alguna vez me necesitas, estés donde estés... Ya sabes que abro el buzón cada día. Y que me encanta el correo postal."

Sin perder un segundo, llamó por teléfono a sus colegas para decirles que esa tarde no podría salir. A sus padres, para avisarles de que se iba unos días fuera; y al trabajo, para avisar de que se encontraba muy mal y que estaría un par de semanas de baja.

Tras ello, metió unas cuantas camisetas, un jersey y un par de pantalones en una mochila y buscó en internet vuelos de última hora a París. Después arrancó el cierre de la carta, en el cual había escrito:
"Rte: Casablanca"

Salió de casa, y se volvió a girar la llave en la puerta. Justo antes de cerrar, echó un vistazo al interior de la casa. Sobre la mesita de la entrada, se encontraba desdoblada la carta que había recibido. En ella sólo había una palabra:

VEN
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